Estar y volver a Casa/Estudio B’atz’, estar y volver.

Volver a un lugar donde se fue feliz, donde sentí mis límites empujados, donde leí, miré y escuché y donde pensé sobre los gestos de leer, mirar y escuchar. Hay un dicho que dice que no se debe volver a aquel lugar donde se fue feliz, yo siempre vuelvo a los lugares donde me sentí bien. En mi segunda estadía en la Casa Estudio/B’atz’ ya conocía los trucos de la casa, ya conocía a los animales y humanos que la habitan. Volví con más tranquilidad, vi como esos otros que estaban en la casa por primera vez se sentían desafiados, porque pensarse en un entorno donde solo hay árboles y calles de tierra y plantas, abruma. Como si todo eso fuera poco, pero creo que lo que abruma es entender que se va a estar mucho tiempo con una misma sin muchos humanos de los que ocuparse, con los que socializar y distraerse.
En mi estadía del 2020 acá, recordé mucho la enero del 2018, volví a tener charlas largas (no de duración sino largas en temas) con Graciela, volví a expandir mi lista de autoras/es a leer y películas que mirar.
Pensé mucho sobre la práctica curatorial, qué significa, qué pasos implica. Además de lo que puedo encontrar en manuales, me conecté más con una metodología propia que no puedo enunciar muy bien aún. Algo así como que el rol curatorial es aquel que se ocupa de generar estructuras para las obras y procesos de artistas, se trata de compartir con más personas esas obras que quedan guardadas o que aún están en proceso, se trata de ampliar ese intercambio que a veces queda trunco en la intimidad del vínculo artista/curadora.
Es ampliar esa colaboración real, generosa y recíproca. No estoy diciendo nada nuevo, he escuchado muchas veces hablar sobre la reciprocidad y entrega que implica la práctica curatorial, pero recién estoy comprendiendo eso en el cuerpo, con más claridad, en los últimos meses, a través de vínculos reales y duraderos con artistas.
La curaduría implica habitar y encarnar varios proyectos, reflexiones, cuestionamientos. Son proyectos iniciados por otras personas, por quienes llevan el título de artistas pero si hay algo que no me interesa es el orgullo de lo mío. Si algo que comienza otra persona me interpela o me afecta, me permito habitarlo y sentirlo como propio.
Aquí aprendo más, vivencio más eso de lo que siempre hablamos en el arte contemporáneo: arte y vida. El método no método de Graciela y lo que generosamente invita a experimentar en Cabana es eso, arte y vida.
Daniela Ruiz Moreno, febrero 2020
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